sábado, 10 de diciembre de 2011

La vida de las Mariposas




 “La mariposa volotea,
revolotea,
y desaparece…
Todo se va en la vida, amigos.
Se va o perece.”















Vivieron en mi, en el estomago vacio. En el silencio de mis palabras. Se transformaron en ruido dentro de este corazón.

En marzo nacieron, la cantidad era sofocante, no podía soportar tenerlas dentro de mí, pero al verte supe la razón de su llegada.

Abril fue el mes del florecimiento, las mariposas grises y blancas relucieron. Hubo un lapso, luego cayeron rendidas al ritmo de la vida, al latido del corazón visitante.

En Mayo danzaron junto al sonido del viento, a la voz susurrante de un “te quiero”. Las mariposas de colores habían encontrado el camino a casa, sentían calor, se sentían queridas.

Junio. Las mariposas han vuelto a temblar. Alguien las despertó. El camino se vuelve a encender, la esperanza aparece y el miedo revive, una mariposa muere por cada beso tuyo.

Inevitable. Julio. Amor no es palabra, es sentimiento encubierto. Un lapso. La caída duele.

Agosto. Él ha decidido. El viento se lleva las hojas del marchito. Las mariposas de colores van perdiendo el rumbo, no tiemblo, no siento, no hablo, no te quiero. Encontrar en ti lo perdido. Mis mariposas han dejado de revolotear.

Calor. Lluvia. El viento en la cara, en los ojos, en los labios, rozando mi espalda, entrando, saliendo. La vida de las mariposas se agota. Manzana, fruta primaveral.

No hay milagros en Octubre, bien me lo dijeron, justo lo que pasó. La mariposa vive poco, en un lugar vacio como el mío. Dijo que amaría el viento, el suspenso, lo innecesario y el revoloteo, él mintió. Domina sus sentimientos y razona más de la cuenta. No es para mí.

No.viem.bre breve, sencillo, fugaz. La cosa brillante del centro palpita y se extiende, refleja el llanto, y la lagrima del rostro desconocido. No me quiere. Retengo el aire y me lanzo. No muero. No siento. Las mariposas se distorsionan, se camuflan entren sí, intentan huir del trituramiento. Lo siento.

No hay nieve. Es Diciembre. La vida de las mariposas. El sofocante ruido generado por el revoloteo interior ha consumido el libre albedrio de estos bichos. El estomago vacio ha vuelto a llorar. El latido perturbador de las mariposas grises genera la atmosfera. El viento de nuevo. El sol de nuevo. La noche que llega y la soledad que me espera. Todo es tan real. Las mariposas expiran el aliento del desamor, un te quiero impostado, gastado, repitente. La vida de las mariposas en mis manos. Las he dejado ir. Ellas pueden vivir. Tú, no. No dentro de mí.



4 comentarios:

  1. Y mejor dejar ir aquello que no puedo habitar felizmente dentro de ti, permitir a otro que no sabe cómo aprender a ser feliz, dar un paso de creciemiento, acercarte a lo desconocido que al final, como todo lo previsiblemente racional, te sorprenderá.

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