“La mariposa volotea,
revolotea,
y desaparece…
Todo se va en la vida, amigos.
Se va o perece.”
Vivieron en mi, en el estomago vacio. En el silencio de mis palabras. Se transformaron en ruido dentro de este corazón.
Vivieron en mi, en el estomago vacio. En el silencio de mis palabras. Se transformaron en ruido dentro de este corazón.
En marzo nacieron, la cantidad
era sofocante, no podía soportar tenerlas dentro de mí, pero al verte supe la
razón de su llegada.
Abril fue el mes del
florecimiento, las mariposas grises y blancas relucieron. Hubo un lapso, luego
cayeron rendidas al ritmo de la vida, al latido del corazón visitante.
En Mayo danzaron junto al sonido
del viento, a la voz susurrante de un “te quiero”. Las mariposas de colores
habían encontrado el camino a casa, sentían calor, se sentían queridas.
Junio. Las mariposas han
vuelto a temblar. Alguien las despertó. El camino se vuelve a encender, la
esperanza aparece y el miedo revive, una mariposa muere por cada beso tuyo.
Inevitable. Julio. Amor no es
palabra, es sentimiento encubierto. Un lapso. La caída duele.
Agosto. Él ha decidido. El viento
se lleva las hojas del marchito. Las mariposas de colores van perdiendo el
rumbo, no tiemblo, no siento, no hablo, no te quiero. Encontrar en ti lo
perdido. Mis mariposas han dejado de revolotear.
Calor. Lluvia. El viento en la
cara, en los ojos, en los labios, rozando mi espalda, entrando, saliendo. La
vida de las mariposas se agota. Manzana, fruta primaveral.
No hay milagros en Octubre, bien
me lo dijeron, justo lo que pasó. La mariposa vive poco, en un lugar vacio como
el mío. Dijo que amaría el viento, el suspenso, lo innecesario y el revoloteo,
él mintió. Domina sus sentimientos y razona más de la cuenta. No es para mí.
No.viem.bre breve, sencillo,
fugaz. La cosa brillante del centro palpita y se extiende, refleja el llanto, y
la lagrima del rostro desconocido. No me quiere. Retengo el aire y me lanzo. No
muero. No siento. Las mariposas se distorsionan, se camuflan entren sí,
intentan huir del trituramiento. Lo siento.
No hay nieve. Es Diciembre. La
vida de las mariposas. El sofocante ruido generado por el revoloteo interior ha
consumido el libre albedrio de estos bichos. El estomago vacio ha vuelto a
llorar. El latido perturbador de las mariposas grises genera la atmosfera. El
viento de nuevo. El sol de nuevo. La noche que llega y la soledad que me
espera. Todo es tan real. Las mariposas expiran el aliento del desamor, un te
quiero impostado, gastado, repitente. La vida de las mariposas en mis manos. Las
he dejado ir. Ellas pueden vivir. Tú, no. No dentro de mí.